una historia cualquiera (I)
Como en las cientos de veces anteriores, Michell se disponía a iniciar el día con su rutina matutina. Entraba todos los días a la boulangerie por su expreso bien cargado, y por supuesto para verla. Se había mudado a Quebec hacía mas de dos años para estudiar un Master, y a pesar de todas las experiencias vividas en la ciudad, no había nada que igualara la sensación que dejaban en él esos cinco minutos matutinos. Ella debía entrar al local a las 7:00 a.m. aproximadamente. Michell sabría cual era su estado de animo solo con escuchar la orden. Había aprendido a conocerla sin haber entablado conversación alguna con ella. Hoy se cumplía un año de haber entrado por primera vez a ese negocio, y por supuesto, de haberla visto por primera vez. No obstante, durante un año no se había atrevido a hablarle. Al principio se excusaba diciéndose a si mismo que su francés no era suficientemente bueno, que aún no conocía la cultura canadiense y no quería arruinar la oportu...