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Mostrando entradas de mayo, 2012

La mujer que quería ser...

La jornada de hoy me llevó a pensar en los sueños de la otrora niña Luna Arena, y también en la persona que solía ser. Cuando era una chiquilla, mi abuela cuidaba de mi. No porque mis padres no pudiesen, solo adoraba su compañía y cuando me separaban de ella, lloraba desconsoladamente; optaba por lágrimas para convencer a mi padres de que no me obligasen a separarme de ella. En el día a día, detestaba cuando mi hermano menor jugaba a sacarme de quicio con sus travesuras. Pasaba horas enteras en frente del televisor, y conocía todos los dramas de las novelas del momento. Soñaba con ser cantante o bailarina, adoraba ver concursos de canto y al ballet de los canales nacionales, que en aquel entonces sus coreografías eran realmente artísticas.  Eventualmente, supe que mi voz no iba a ser lo suficientemente buena para el mundo del arte y el espectáculo. Cuando la televisión paga llegó a mi vida, adoraba ver las competencias de patinaje sobre hielo. Soñaba con convertirme en la ganadora

III. Recorriendo el país de los sueños - una historia cualquiera

Sophie Smith Benoit, quebequense de nacimiento, hija de una dulce francesa y de un estricto inglés, corría desesperadamente con su pesado bolso negro, que mas allá de cargar mallas y zapatillas de ballet, se encontraba lleno de sueños e ilusiones. Había recibido la mejor educación, y su padre, un inmigrante recio, esperaba que se convirtiese en la sucesora del negocio familiar. Su juventud había estado cargada de cálculos, responsabilidades y trabajos de verano como asistente de su progenitor. Pero su corazón nunca estuvo en ser una empresaria, por más que intentó convertirse en la hija que tanto anhelaba su padre, solo consiguió sufrir calladamente. Durante los últimos años, Sophie tuvo la misma rutina diaria.  Se levantaba a las 6:00 a.m. y luego de asearse y vestirse, se dirigía a tomar el autobús que la llevaría a la Universidad de Laval. En el trayecto, compraba un café para intentar, sin éxito, aumentar su entusiasmo. Una vez finalizadas sus clases, debía cumplir con su trab

una historia cualquiera (II)

Ese sábado, Michell había decidido escapar de los cientos de libros y obligaciones de la universidad e ir a conocer Montreal. En las últimas semanas se había encontrado ausente, abstraído de la realidad por causa de un importante proyecto con una empresa canadiense; reto que el sabía le daría una importante oportunidad profesional. Cansado de estar encerrado en su estudio, tomó sus cosas y marchó a la estación de autobuses, decidido a dar un paseo por la metrópolis quebequense. Compró el boleto, subió al vehículo y se sentó en la butaca numerada que le correspondía. Con las puertas ya cerradas, el bus se disponía a partir. No obstante, un minuto antes de la salida irrumpió abruptamente un pasajero mas: una joven pelirroja subía respirando entrecortadamente, parecía que hubiese corrido un maratón cargando aquel enorme bolso negro. - Merci beaucoup monsieur -  dijo al conductor, mientras su rostro se iluminaba con una gran sonrisa de alivio. La chica caminó a lo largo del pasillo

Reencuentro

Solía tener un amigo incondicional, capaz de participar en cada momento de mi vida por más insignificante que pareciese. Era increíble, él estaba conmigo la mayor parte del tiempo aunque solo fuese para compartir el silencio porque sabíamos tanto el uno del otro, que daba la impresión que no nos faltaba nada por conocer. Un día, empecé a tener otra visión de su amistad. Me cansé de que quisiese absorber todo mi tiempo, me dí cuenta que mi amigo era un dictador en potencia, queriendo acaparar toda mi vida. No era un tema de amores de por medio, solo su forma de ser: dominar todo a su alrededor. Empezaron las diferencias. Hubo reclamos. Discutimos. Peleamos. Peleamos mas fuerte. Nos causamos mutuamente heridas profundas. Nos separamos. Y como es propio de Luna Arena, tomé esto como una experiencia más, la encapsulé y la envié al fondo del baúl del olvido. No me importó no volver a "ser la misma" con él, la verdad es que tampoco quería serlo. El tiempo pasó. Años, transc

No quiero darme cuenta...

No quiero darme cuenta que el niño lindo no es en realidad el príncipe que tanto deseo; sus besos recientes  han creado una expectativa irreal de lo que él y yo pudiésemos ser.  No quiero darme cuenta que él solo quiere divertirse y que cuando consiga lo que anhela, solo seré un trofeo más en sus sábanas. Yo en cambio, empiezo a creer en un interés genuino de su parte. Si lo vemos objetivamente, mi príncipe gris aparece eventualmente, y cuando lo hace el principal motivo de la conversación es hacerme saber que me desea. Considera que el primer paso de cualquier relación es el aspecto físico. Desaparece los fines de semana, sin dejar rastro. No contesta mensajes o llamadas. Reaparece al inicio de semana y sin que le pida explicaciones, deja colar resumidas excusas de su desaparición temporal. Desaparece también algunas noches. Excusas tan seguidas que empiezan a ser poco creíbles. No quiero darme cuenta que él no es para mí.... Pero debería hacerlo.

Tú...

Hoy te vi... Que poder tienes para volverme loca.!! No quiero dejarme llevar por sentimientos viscerales, pero cuando tus ojos me miran, la adrenalina comienza a recorrerme. Tus besos hoy me supieron a gloria... Quiero mas de ti, pero lo quiero en serio No quiero ser otra de las que desfila por tu cama, por el contrario, deseo ser yo quien se robe tus pensamientos.. Veamos en que se convierte esta expectativa...

Quiero...

Tengo un corazón que se alegra con el recordatorio que trae la mañana, que late ilusionado por las oportunidades que sueña encontrar, dispuesto a apropiarse de ellas con misteriosas hazañas, pero sobretodo, capaz de volver a amar. Sus heridas han sanado, las cicatrices se han borrado. Hace falta un nuevo querer que me lleve a descubrir lo que no se. Quiero amar y ser correspondida; No hay soledad que matar, ni vacíos que llenar. No quiero medias naranjas, tampoco creo en príncipes azules. No quiero pasiones prohibidas. Solo quiero darme la oportunidad de vivir en compañía, de disfrutar de días y noches aterciopelados de caricias. Quiero bailar al ritmo de la lluvia, que mi corazón vuele cual mariposa en primavera, sentirme en el paraíso por besos robados, tener un rayito de sol que me abrace con dulzura y me ame sin juzgarme.